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“Hacernos potentes implica sabernos vulnerables y alegres”: Carlos Rivera y CA OS.

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En nombre del Amor se han cometido muchos errores y eso nos preocupa, nos asusta el amor que justifica la violencia, el maltrato…

Entrevista realizada por Alí Majúl – Canal Cultura.

Somos dos, pero cuando escribimos y nos juntamos estallan montón de cuerpos más. Escribimos porque nos hace felices, y escribimos juntxs para ser amigxs, afectarnos y hacer más grato nuestro caminar por el mundo, hacemos presencia como podemos y aprendemos a resistir con las cargas que nos tocaron en suerte. Venimos desde la docencia, exiliadas por obligación y a veces por decepción. La idea de educar nos resulta aburridísima. Vamos por el tercer escalón de la meritocracia, es decir eso que llaman posgrado y la verdad ya andamos hartxs de la academia. Lo poco o mucho que hemos aprendido lo hemos descubierto en otros espacios: el teatro, el juego, la calle y la rabia. Eso no significa que ignoremos lo que han hecho de nosotrxs. Lo importante aquí es experimentar las muchas formas en que se pueden recrear las ideas y los movimientos. ¿Quiénes somos? imágenes sin rostro, pero a la vez posiciones, enunciaciones e inacabamientos. Tal vez no somos más que trozos de algo roto, pedazos en constante búsqueda entre las ruinas resultando así unx con partes de lx otrx.

  1. Sabemos que en Colombia estamos pasando por un momento histórico, después de 50 años de conflicto, qué pasa con las cuerpas, poco se habla de eso ¿qué viene después de la guerra para nuestros cuerpos y qué pasa con esos cuerpos víctimas del conflicto armado?

En la guerra, en la que es visible (porque también la hay imperceptible) el cuerpo es el centro, su principal objetivo son lxs hijxs de nadie y creemos que es preciso tomar una posición desde ahí. Para eso se hace necesario saber desde qué lugar hablamos, cómo hablamos y cómo desgraciadamente interpretamos la guerra  ¿y para qué? para cuidar precisamente a lxs gentes que en un continuum viven la guerra en sus cuerpos, para sabernos distantes de ciertos contextos, pero al mismo tiempo responsables y habitantes de los mismos. Es peligrosísimo hacerse a la voz de alguien:  Decir por, o salvar a; es mejor defender la idea de que la gente dentro de cada contexto desarrolla herramientas para hacer frente a la guerra, es más, estamos segurxs de que así es. Por lo tanto, tratar de cooptar el discurso desde la academia, las curadurías de arte, la institucionalidad estatal deja suspendidas las acciones de las comunidades, las pone en segundo lugar.  ¡Claro! sin que esto signifique que dejen de actuar, las gentes no son tontas.

¿Qué hacer entonces? Hay un problema y es que vivimos en un mundo en el que no estamos presentes, en donde todo lo que pasa, por más jodido y horrible que sea se naturaliza, se ve como un accidente y enseguida se olvida, como cualquier accidente de carretera. El bombardeo masivo de distractores nos vuelve insensibles, ausentes de nosotros mismos y de los demás. Entonces,  la cuestión de dejarse afectar se hace necesaria, la guerra nos atraviesa y a veces se pinta de paz, de paz armada.

Hay una gestión de la guerra, del miedo y de los cuerpos, que hace que nos encontremos disminuidxs, tristes y angustiadxs. Detengámonos un poco a pensar en el plebiscito por la paz; es claro que hubo una terrible campaña de desinformación y manipulación, sin embargo quienes votaron por el no, lo hicieron también desde un lugar de absoluta desafectación por quienes vivían la guerra, es más, fue la decisión de los menos afectados la que prevaleció por encima de aquellxs que viven una guerra cotidiana. Ahora bien, sin duda las personas que votaron por el sí, partían de un sentimiento de esperanza y si nos detenemos un poco en ello nos damos cuenta que el “esperar” es también una impotencia, como la desafectación.  ¿Qué nos queda entonces? Bien sabemos que las intenciones del gobierno colombiano a propósito del fin del conflicto es lograr que Colombia entre de lleno en las dinámicas económicas globales (una verdad incómoda, pero verdad en últimas).  No obstante después de 50 años de conflicto, queremos la verdad, porque este mundo necesita verdad, no consolaciones. El  futuro que se acerca parece aterradoramente hostil, por lo tanto la gestión misma se hace global y hay que buscar nuevas armas, hay que sabernos acompañar y afectar.

  1. Se habla de que el cuerpx puede ser afectadx de muy distintas Precisamente vemos que en América y en todas partes nos están matando. Han aumentado los transfeminicidios, los feminicidios, las muertes de trabajadoras sexuales, los asesinatos a lxs maestrxs, las muertes de líderes sociales, en fin, se está acabando con todo lo disidente. En ese sentido vemos, que esos cuerpxs son afectadxs, violentadxs, des-membradxs, son ejecutadxs. Desde ese punto, ¿qué lugares posicionamos para hacer resistencia? ¿deberíamos hacernos cargo de lo que nos pase?, ¿podríamos hacer frente a esa violencia a nuestxs cuerpxs? ¿de qué manera?

A nosotrxs nos gusta la cuestión de los afectos, porque la gente cree que el razonar es utilizar la cabeza,  y estamos segurxs que esa idea moderna de razón, esa figura que enseña a los hombres que “ser” libre solo se da a causa de ser conscientes de sus acciones ignora muchas veces las causas que las determinan (afectos). Cada cual se comporta según su afecto y la cabeza solo es un elemento del todo.

Nos interesan aún más porque todavía hay gente que ridiculiza o detesta los actos humanos en referencia a los afectos (algunxs). Estos afectos resultan muy necesarios a la hora de tratar-nos para con la/el otrx. Ahora, si entendemos los afectos como meros sentimientos o emociones quedamos muy reducidos, los afectos están relacionados con la potencia, con el reconocimiento de ciertas causas, en el entendimiento de que cada cosa en el mundo: animada o inanimada, guarda en sí un potencial en el ser contemplado y admirado. Todo esto nos viene desde Spinoza cuando dice que los afectos son las afecciones del cuerpo, por las cuales el mismo cuerpo aumenta o disminuye en lo que puede obrar. Ser afectado en este caso hace referencia al cuerpo y esta afectación trae como consecuencia el aumento o disminución de la potencia.

Para Spinoza, existen cuerpos que le convienen a nuestros cuerpos y otros que no, o no tanto. Para él la cuestión está en buscar cuerpos que le convengan al nuestro y así aumentar nuestras potencias (capacidad de obrar y hacer). Sabemos que es un absurdo pretender entender y reducir las cosas a una mera cuestión de afectos, pero sí entendemos que es una manera de lidiar con nuestro caminar por este mundo bien podrido. Pensemos en los fascismos, ¿qué es un facho sino un cuerpo impotente? El exterminio y la persecución a todo aquello que ponga el cuerpo en el campo de la experimentación de las afectaciones se encuentra movilizado por cuerpos que carecen de afecto y son impulsados de aquí para allá por cosas sin importancia, de ahí salen los fachos.

Ahora, ¿cómo hacer resistencia? A ratos nos parece que la cuestión de resistir se convierte en un cliché, nosotras resistimos, sí, pero también le apostamos a la potencia de la resiliencia, tener la capacidad de hacerle frente a los embates de la vida, a la tristeza que nos hace tragar la sociedad, asumirnos brujas para mágicamente superar las adversidades y trans-formarnos, ser otras, con nuevos cuerpos inmunes a los oscuros virus de este mundo trágico que nos rodea ¿y cómo lo hacemos? Pues en manada, apoyándonos unas a otras, dándonos aliento, llenándonos de afecto, pero también cultivando el autocuidado, el respeto por nuestras soledades y a nuestras almas siempre libres y cambiantes.

  1. Guattari en su texto Para acabar con la masacre del cuerpo, menciona que la “sexualidad es una monstruosidad”, pretendiendo replantear la figura de la sexualidad y la manera en que a veces se toma como reivindicación, como postura natural o indiferente. ¿Podríamos situar la sexualidad monstruosa de Guattari desde nuestros contextos?, ¿cómo relacionarla con la guerra?

Creemos que Guattari escribe esto, en referencia a la gestión de la sexualidad; la sexualidad como sabemos, no es una cuestión natural e inserta en el ser desde que lo engendran, sino que ha venido funcionando como  un dispositivo que gestiona los cuerpos, los deseos, los placeres, los gustos y las maneras de hacer.  ¿Qué niña mariquita no sintió alguna vez rabia o incomodidad en el colegio cuando le tocaba jugar fútbol con los varones de su clase? porque claro, naces e inmediatamente eres heterosexual. Peor aún hoy cuando las mismas disidencias quieren ser heterosexuales y le apuestan a una normalización de las relaciones.

Es posible situarla en nuestros contextos, claro. Nosotrxs somos de lxs que creemos y sentimos que la dominación se ha hecho global. Hay una matriz de inteligibilidad que se universaliza, hay modos de operar muy concretos y sin embargo, las formas de vida disidentes insisten en normalizarse o disminuirse hacia esa matriz. Tomemos como ejemplo las apuestas políticas que atienden al fortalecimiento de lo comunitario y colectivo, hoy por hoy esas iniciativas andan cada vez más fragmentadas, por una especie de idea, bastante peligrosa por cierto, de independencia y libertad individual que se relaciona de manera íntima con el ámbito de la sexualidad. Por esto, creemos que hay que empezar por sabernos dependientes de este mundo, frágiles y por lo tanto requeridos en este mundo. Necesarios. 

  1. Haré un par de preguntas ¿qué es el cuerpo llorable? y ¿cómo darle importancia a la precariedad y al reconocimiento en nuestras cotidianidades?

Cada idea que nos alimenta y conocimientos que guardamos en nuestros bolsillos, no son más que el resultado de una suerte de encuentro con otros cuerpos: libros, personas, animales… de tal manera que lo que podemos hablar frente a lo que conocemos no es más que el resultado de una construcción, de cierto tipo de “carroñería” del otro/a, es decir, nada surge de nosotrxs mismxs de manera original y espontánea.

El término de cuerpo llorable, es un término que decidimos volcarlo a partir del término de “vidas llorables” de Judith Butler.  Ella hace algo muy bello en su libro Marcos de guerra, las vidas lloradas, y es poner en el plano de la vulnerabilidad todas nuestras vidas, es decir, cree que hay que partir del hecho de que somos frágiles, perdibles y dañables en el campo de la vida y que nuestros cuerpos son la materialidad de tal vulnerabilidad, es por esto mismo que se debe luchar por el reconocimiento de estas vulnerabilidades en el plano social, corporal, territorial, ambiental… De tal forma que cada vida merezca ser vivida Hic et nunc. Esto nos resulta sumamente potente por dos cosas, la primera es que abandona el plano de la vida desde una visión masculinista del yo lo puedo todo solo, del yo líder, del autor y salvador, y más bien nos plantea la idea de necesitarnos, de estar íntimamente conectadas y vinculadas las unas a las otras y que de ahí debe partir la cuestión, por otra parte es importante considerar que cada cuerpo necesita unas condiciones dignas de vida, ya que nuestras vidas resultan precarias.

  1. Por otro lado, tomando una cita de Bryan Turner, quiero empezar cuestionando algo de lo que él dice. ¿Por qué la enfermedad es un lenguaje?, ¿el cuerpo es una representación?, ¿la medicina es una práctica política?

Nunca hemos leído a Bryan Turner, no le conocemos. Pero si la relación está encaminada a pensar el cuerpo como el resultado de técnicas de intervención en pro de su normalización, patologización y disminución a partir de la medicina, nos encontramos entonces frente a la nueva guerra por librar: la medicina como un brazo armado del poder.

La enfermedad es un lenguaje muy poderoso, el cuerpo es una representación material e histórica de tales afectaciones (enfermedad) (y a esto le prestamos atención, porque hay que guardar mucho cuidado en las puestas identitarias que pretenden abanderarse de liberadoras a partir de meras deconstrucciones temporales e intermitentes. Acá nos ganaremos unxs cuantxs enemigxs, pero mejor: el mero enunciamiento político no basta para dinamitar el enorme bastión de orden que se respira en el mundo, a duras penas lo reforma. Nosotrxs te podríamos pedir que acá sentadxs en común, pensándonos estas preguntas nos vieras y dijeras que somos unicornias de cola rosada con patas de ganso. Tal vez lo harías, pero seguiríamos en este mundo social, siendo unos chicos cis, mestizos y cochinamente blanqueados, ¡maricas, claro! Pero cargando a cuestas todo lo anterior. No es tan sencillo como enunciarse y ya, sería increíble, pero no funciona así. Hay unas matrices de inteligibilidad que nos constituyen, no podemos pensarnos fuera de estas matrices porque son con las que nos comunicamos. Hay gente que pone el cuerpo y otra que solo habla y se posiciona. Aun así si decidiéramos empezar a transformarnos en unicornias, tendríamos toda una historia legible en nuestros cuerpos, que es imborrable.)

Acá la cuestión de la enfermedad viene a jugar un papel decisivo. La enfermedad se ha visto de manera bastante “negativa” y jerarquizada, tal parece que hay enfermedades que cumplen un rol de mayor “lastimicidad” y otras consideradas abyectas, como el SIDA o el ébola, esto es un rastro del lenguaje, las enfermedades son condiciones de los cuerpos, estados que se suponen temporales, que tienen cura, entonces, si una condición “anómala” de cualquier cuerpo no tiene cura ¿es enfermedad?, el asunto también va encaminado en que la enfermedad se pone en el campo de la culpabilidad y la separación, si nos enfermamos es por nuestra culpa, algo hicimos mal y tenemos que asumirla, pero ¿es tan así? Pensemos en lo siguiente, si la enfermedad se traduce en una especie de riesgo para cualquier cuerpo por acercarlo potencialmente a la muerte y al dolor, debemos entonces mantener constantes ejercicios de cuidado de nuestra “salud” para que no caiga en estas situaciones. Es decir, que nuestra vida íntima es susceptible de convertirse en uno riesgo constante, en un riesgo para nuestra “buena salud”. Si te enfermas es un castigo justo por tus malos hábitos, tus maneras de alimentarte, tu promiscuidad y demás. Y puede que así lo sea, pero ese no es el problema, la cuestión radica en la figura de la enfermedad como algo que te reduce, que minimiza tu existencia y de lo que debes huir a toda costa, un error por borrar y nosotrxs creemos que hay que pensarse otras posibilidades para la “enfermedad” y darnos la oportunidad de asumirla como un espacio de construcción y tensión ¿qué importa si mueres? Al fin y al cabo todos en algún momento lo haremos, lo que importa es lo que haces con la vida y con lo que ella te trae, incluso la enfermedad.

  1. Hablar de convertir el concepto de “enfermedad” en un campo de lucha política, un espacio en el que se agrupen los marginales, pero ante todo en el que exista una clara conciencia de la solidaridad y el cuidado. ¿Por qué se habla poco del concepto de enfermedad?, ¿por qué el cuidado es una apuesta política que encara y cuestiona el mandato individualista del capitalismo posindustrial?, ¿qué pasa con la enfermedad y nuestrxs cuerpxs?, ¿por qué todo se medicaliza?, ¿por qué le tenemos miedo a la palabra enfermedad?

La enfermedad es lo temido, es esa sombra que llega a oscurecer la existencia del “enfermo” y los “enfermos” son tema de la medicina, se habla bastante de la enfermedad porque se la asocia con una especie de fantasma del que hay que huir o escapar a toda costa. El problema es que se la asocia con lo triste, con la pérdida y claro, con la muerte. Ninguna de nosotras vamos a decirte que esos temas no nos preocupan y que no nos asusta la muerte de los seres que queremos y con quienes compartimos, o que queremos caer enfermos  para demostrar lo potente que puede llegar a ser esa condición, en ese sentido somos conscientes que hablamos desde unos cuerpos que gozan de “buena salud” (o eso creemos) pero también tenemos muy claro que un día cualquiera de los que están por venir podemos despertar “enfermas”, entonces nos preparamos para ello, para apoyarnos, afectarnos y sobretodo ser capaces de reinterpretar esa “enfermedad” que venga, sea cual sea, aprender de ella y hacer de nuestras vidas un cúmulo de alegrías.

¿Qué es el cuidado? Sin duda alguna el cuidado es afecto, pero no el cuidado cliché, asignado violentamente al cuerpo feminizado y por lo tanto absurdamente subestimado;  el cuidado como práctica política, como entrega a lxs otrxs, sin roles de género, sin violencias, sin esperar nada a cambio más allá del cuidado mismo, esas son las prácticas de cuidado que nos interesa, prácticas potentes que cuestionan y desde luego resisten, porque nos ponen un poco más cerca lxs unxs de lxs otrxs y nos permiten sentirnos respaldadas, es la base de la manada y por lo tanto la clave para la trasformación de esta sociedad individualista, que devora cuerpos y vidas. Al capital no le interesa cuidar, o si lo hace es con el objetivo de mejorar la máquina para hacerla más productiva, por ello no existe mejor camino que acercarnos al otro con la pura intención de cuidarle y hacerle grato el rato que camine junto a nosotrxs.

Ahora bien, para referirnos un poco al sistema médico: medicinas, hospitales, tratamientos, bla, bla, bla, solo podemos decir que mucho de eso es una mierda. La ciencia médica no es más que otro de los aparatos traídos por la violencia colonial (claro, no todo es malo, le damos gracias a las diosas por la penicilina, de lo contrario estaríamos todas llenas de puras infecciones venéreas) y la práctica médica occidental en su mayoría está atravesada por un sinfín de violencias: racistas, de género, de clase, eso sin mencionar que algunos médicos parecen autómatas y se les olvida que están tratando con personas y no con meros objetos a observar y experimentar. Y bueno qué decir de las farmacéuticas, ya bastante sabemos del juego sucio en el que se mueven, retrasando investigaciones, anulando posibles curas y desde luego poniendo a prueba sus venenos con ciudadanos de “segunda categoría” los africanos, los asiáticos, los europeos del este y desde luego con nosotrxs las sudacas.

  1. Partiendo de lo anterior y retomando un poco lo que dice Spinoza, ¿qué es lo que puede un cuerpo?

Bueno, en Spinoza existe un término llamado “conatus”, este término se refiere a la perseverancia del ser. Para él, cada cuerpo contiene, por decirlo de algún modo, atributos que esfuerzan su existencia misma, es una actividad existente en cada cosa, un esfuerzo en acto.

Si quisiéramos trasladar este ámbito del conatus a nuestras cotidianidades, encontraríamos que cada cuerpo busca resistir a los embates externos, embates que atenten contra su existencia misma, claro está, de diversas maneras: La potencia se pone en juego con otros cuerpos, en una disputa de composiciones y descomposiciones. Saber lo que puede un cuerpo implica experimentar lo que puede el mismo cuerpo, ¿qué puede un cuerpo? No sabemos. Cada cuerpo busca perseverarse así con lo que cuenta y a veces con lo que necesita. Ve tú a saber qué pueden hacer les discapacitades, les sordes, o les trastornades mentales, no hay medición posible a lo que pueden. Experimentan y eso es lo increíble, tal vez une sorde adquiere mayor concentración en lo que hace, porque no tiene que aguantarse tanto ruido y muchedumbre, bueno no sabemos.

  1. Hablemos del amor…

Cosa bastante alienada, objetivada e instaurada como paradigma relacional en el capitalismo tardío. A nosotros la vaina esa de pensar el amor como una necesidad primaria en el ser humano nos resulta sospechosa. ¿Por qué no cuestionarse la mera idea de amor? ¿Por qué se convierte en movilizador social? ¿Aumenta o disminuye nuestras potencias? ¿De qué manera? Nos resulta más creíble situar el amor desde un centro de operación social, si existe el centro, es desde allí en que ponemos en juego nuestras relaciones. El amor guarda un centro, una temporalidad, una manera de objetivar y jerarquizar las relaciones. Yo amo a quien me pertenece, no con quien puedo llegar a estar presente.

Por otra parte, tampoco se trata de un simple rechazo de eso que entendemos como amor, desde la distancia que ignora sus mismas maneras de operar, claro que amamos, deseamos amar ¿qué hacer, entonces? Hay un lenguaje social construido y que mueve las masas de manera pujante, incluso dentro del mismo movimiento social. Las maneras de operar de tal amor son tan difusas a veces, que se hace bien difícil señalarle. La intención sería ver más bien cómo se configura la idea de amor, a qué atiende, cómo se ha producido y qué ha resultado. Creernos también que fuera de la producción del Amo-r existen maneras de relacionarnos, afectarnos y sentirnos fuertemente e incluso más potentes.

Finalmente, en nombre del Amor se han cometido muchos errores y eso nos preocupa, nos asusta el amor que justifica la violencia, el maltrato y sobretodo la sujeción de lxs otrxs, en cierta forma creemos que el amor que se nos ha enseñado es heterosexual y eso no nos interesa, es más nos repugna, por ello el amor debe ser siempre llamado a interrogación, a revisión, para aligerar las cargas y mejorar nuestra existencia. 

  1. ¿Por qué es importante el cuidado de nuestrxs amigxs y la preocupación de quienes están a nuestro alrededor?

¿Quiénes son nuestrxs amigxs? ¿Por qué es importante la amistad en el mundo de las desafectaciones en el que vivimos? Alguna vez leímos un artículo de Franco Berardi, el tipo ponía a la amistad como una fuga, como una manera de escapar a la explotación actual, porque la amistad es una terapia, no cualquier amistad, es la amistad política. Si fuera tan sencillo como el tener el “millón de amigxs” estaría genial, pero no es tan así, el mero amiguismo sin consecuencias, sin politizarse o peor aun romantizándose, no sirve para nada. Creer en una amistad política implica ser capaces de propiciar acontecimientos, teniendo conciencia plena de la temporalidad de esas amistades, pero a la vez estableciendo vínculos y relaciones potentes y alegres. Y esto desde luego implica ser muy conscientes de cuáles cuerpos-amistades nos convienen a nosotrxs y a nuestros cuerpos.

Las amistades de la ausencia, de la fiesta, del acabamiento de la autoestima, del mercantilismo, solo nos han demostrado que es mejor la soledad que la alienación, y como es un absurdo creer que “somos” solxs, hay que propiciar los encuentros con otros cuerpos. Los amiguismos sin argumentos  son la nada, y si deja de ser nada es para demostrar cuán solos estamos subiendo selfies a las redes. Tenemos amigxs porque el orden global actual nos exige ser autómatas vaciados y reducidos a una mera mercancía, con nuestrxs amigxs buscamos otras maneras de emprender relaciones, afectos, cariños, cuidados, apoyos y ataques. Creemos potencialmente en la amistad política porque es en ella donde nos sabemos vulnerables y a la vez perdidxs. Recobrar una amistad desde el robo, fraude, crimen, conspiración y la misma enemistad. Son importantes nuestrxs amigxs porque son con ellxs con quienes nos ofrecemos cuidado y a partir de ahí elaboramos modos de vida que serán también nuestros modos de lucha. Hic et nunc.

Corrección de estilo: Carolina Caballero Franco. – Canal Cultura

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